martes, 6 de octubre de 2009

AÑOS LUX HONOR A LA MUJER

AÑOS LUX HONOR A LA MUJER



Ella va dentro de mis ojos, con su profundo sentir.

El amor de prolongada insatisfacción emerge en la lejanía, aquella lejanía que se trasforma en cercanía de soledad de facto.
Presencio su final antes de su inicio, pero tuvo que cargar el mismo peso con la misma actitud de fuerza y rectitud todo aquel pedazo que arrastro consigo, el pedazo que ella llamó mi existencia.
Un fuerte grito la despertó durmiendo en su lecho de cartón, el hombre de turno violó a su mama en medio a su ebriedad de furia animal.
Ella se levantó de su lecho de cartón donde dormía, y aferro un pantalón de tejido fuerte color caqui, que no pudiera arrancárselo de encima, después se escondió detrás del barril, rezando a un DIOS lejano, remoto, después vendría por ella.
Llovía, la lámina de zinc trasmitía una dulce melodía con diferentes tiempos, contenedores, latas, frascos diseminados por aquí y por allá, para trancar al cielo, el contacto con el hombre.
El tetero al niñito, agua y azúcar, la comida a los grandes caraotas y azúcar que la perseguían por una vida, lavar la ropa detrás del rancho (Barraca) en el barril lleno de agua de la lluvia, de la lluvia que desnudaba la miseria que la rodeaba.

Con sus pies hundido en el fango, el barro seco hasta los tobillos, la cloaca a cielo abierto, con sus hedores de agua putrefacta que pasan a su lado.
Su mirada que se pierde en la ciudad, termina en la estructura de cemento, aquel rascacielos que desde hace varios años quiere alcanzar el cielo, la ciudad luminosa allá abajo ¡otra vida hay!
Va y regresa se mueve entre cosas feas, cosas viejas un ambiente de degrado, ¿Quien no sabe no ve?
Escapó un día sin fecha de aquella vida, pero la alcanzó el si mismo, escapó con uno que es su igual, a seis meses había ya constituido su propia pesadillas, un rancho (Barraca) un poco mas allá, un poco mas arriba, un poco más pequeño, una barriga soberana y su contenido la constituyó.
Vino el primer chamo, (Niño) y luego llego el segundo, de otro, maltratada de día, violada de noche, el desayuno lo sirve temprano de buena mañana, amasando arepas forjadas con sus amarguras, café colado endulzado con las lagrimas de su noble sentir, en la ilusión esperando aquel, él que la trataría bien, en la búsqueda única de una caricia de la maestra vida.
Después carga a los niños, hace la masa para las fritangas que vende en la carretera, fritanga con café caliente, vende café con una sonrisa llena de sus amarguras.
En silencio camina y llora, sin que los niños la vean, sin que DIOS la sienta, sin que la vida la tome en consideración.

Así conjugaba su ser toda su existencia, con la formula única de tener un hombre a su lado.
El hombre la abandonó y el abandono fue total, a lo mejor a la misma edad y en el mismo momento, que a su mama, y a su abuela.
Los otros hombre que por obligación transitaron por su vida no duraban tanto, su juventud declinaba sustancialmente, así ya tenia 8 hijos, que los llamaba con nombres de fantasía, nombres tomados de una escuálida revista de gente sonriendo.
Con los años ya no apetecía más hombres, sus hijos le daban bastantes fáticas, se levantaba temprano antes del alba los días de visita, encendía la vela al santo protector, un rezo que equivalía a un llanto, un lamento ahogado de quien las sufre todas, en el resistir en la miseria.
Bajando por las escalinatas que la llevan a la ciudad, son las 4 de la mañana, ella ya tiene su puesto en la cola, duermen en la acera, se cuentan sus vivencias son todas cortadas con el mismo patrón, se presiente uno que ha muerto, se oyen voces.
Las madres lo ven pasar, solo ellas son capaces de ver a un hijo muerto, pasa por la cola a dar a su madre un sentir que se pierde en un mar de afecto, ella aprieta el crucifijo, reza adentro de si, reza siempre de continuo interminable.

Pasa por el portón a la requisa, la desnudan en toda su humildad, desnudez de miseria, desnudez de vergüenza de nación.
Algún insulto y ella lleva consigo palabras de esperanzas al hijo, un paquete de harina de maíz, mortadela, margarina que ella ha quita de la boca a sus pequeños, que todavía no conocen al hermano mayor, compensación al afecto robado.
Rápidamente en una soplada de dados, el pequeño tesoro de la madre tendrá el valor de una apuesta, una apuesta contra el destino, amor de madre que resbala por los pisos descolorido de las prisiones, por los pavimentos ensangrentados de todas las cárceles de esta nación.
Se va con un solo deseo regresar a verlo, esta vez las puñaladas non han sido mortales, se lleva las cartas, los mensaje para otras madres, y esposas que non pudieron venir con solidaridad fundida, forjada en la desgracia de un pueblo sin doliente.
El regreso se apaga a si mismo, amasando harina y colando café, su hija la ayuda en todo, busca el agua, corre a la esquina a recriminar al hermano que fuma bazuco, jiparea (Vende) pastillas y ríe a dentadas.

Luego mientras la luz solar desaparece poco a poco la ansiedad se le forma en angustia, porque la noche cubre el barrio con su manto de muerte.

Ella tiene la costumbre de dormir vestida, algunas noches de intenso tiroteo, se trae al hijo, otras veces al nieto, los brazos ensangrentados, las heridas de los propios.



Terror y plomo.

Muerte y dolor.

Sangre y vendas.

La vida en el día a día, la inviste con una corona, compuesta de laureles para una heroína cuotidiana, diaria, sin un reconocimiento, heroínas de verdad de historias anónimas, fundida en acero en las situaciones más adversas.

Así son forjadas las hembras de esta nación.
Así son hechas las mujeres que paren en esta nación.
Así son concebidas las madres que lactan en esta nación.

No son heroínas de papel.

Porque no pueden ser pesadas.
Porque no pueden ser evaluadas.
Porque no pueden ser recompensadas.
Porque no reciben medallas de funcionario alguno.
Porque no pueden ser homenajeadas por mano de ningún mortal.

Ellas existen, pero en la desidia social.
Para glorificar la epopeya en la formación de esta nación.
Para enaltecer su contribución de sufrimiento y angustia a esta nación.
Para admirar su coraje antes las adversidades que son objeto y fundamento de esta nación.

Después llega el momento en que la vida nos separa, nos aleja, nos atrae en situaciones de diversificaciones, donde la presencia es mutaciones del verbo ser, con la conjugaciones en el verbo estar; en el instante cuando sucede se extingue.

Pasan quienes en sus vidas solo se nutrieron es propia humildad.
Pasan los humildes por esta tierra, sin que ninguno los reconozca.
Pasan donde la miseria no es miserable, donde la pobreza es retribución.

A lo mejor parada al borde de la carretera, con niños sucios corriéndole alrededor, la manteca pegada a la piel, la mirada ingenua, la expresión grotesca, no la eleva al prototipo social, pero su alma irradiara una estrella de intensa magnitud para iluminar sobre todos nuestros designios.

Veo hacia el firmamento, me vuelvo hacia la tierra, una es igual a otra, la exclusión del conjunto realizo la totalidad, el vacio del uno hace el dos, los opuestos se configuran en el único, se realiza la parte y la parte funde los destinos en la enormidad del universo, en el mismo momento la proyección fue siempre en identidad absorta, entonces el único limitaba y la parte ascendió al todo, el limite se consolidaba para dar paso al infinito.

La llevaban en hombros eran pocos.
La llevaban en tantos pero eran en pocos
La llevaban a su última morada quién en vida no tuvo techo propio.

Llantos de dolor en una caja de cartón.

No tuvo un sacerdote en su funeral, nadie del sector oficial, solo un evangelista, la siguió cuando pasó por la avenida y predijo sus revelaciones del apocalipsis.

La gente en sus distracciones diarias la encontraron en la vía, en el fin ultimo de su ser y el universo.

Murió callada, como para no molestar, no tuvo música, ni ruidos de motos, ni una larga cola, ni las armas de los malandros dispararon por ella.
La urna se cayó dos veces, la inquilina estaba acostumbrada, la tierra caía y fue su mejor bienvenida, algo fácil de digerir.

Aquella noche en una apartada galaxia, apareció una nueva estrella, años luz de nosotros.

¿Cuando tiempo tardará en llegarnos su luz?

-A nosotros-
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(_________________)
o
Sustraído del diario de Amelinda que en su transitar por la vida terrena, dejo una estela de luz.

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