jueves, 8 de octubre de 2009

Camisa negra

*)-Camisa Negra-(*

EL Cartero baja la larga calle empedrada intitulada a Vittorio Emanuele.
La bolsa grande de cuero llenas de cartas, le guinda del lado derecho la gruesa correa de cuero que la sujeta va terciada desde el hombro izquierdo.
Baja con paso apurado y gritando nombres y apellidos de un lado a otro de las calles por todas las escalinatas, de los ramales de las calles y los callejones.
El día es soleado, las campanadas de la iglesia se mezclan a sus reclamos, las blancas sabanas tendidas en las cuerdas de los balcones, junto a los borrones con flores de intensos colores.
La gente lo espera, ansiosa lo escucha con angustia, con temor sabe que el llamado a las armas es como a una sentencia de ejecución, en los frentes de guerra están muriendo muchos compatriotas.
El cartero observa los números de las casas, se detiene frente a la pequeña construcción, la puerta esta abierta por causa del calor, dentro en una discusión acalorada, se discuten los eventos de la guerra corre el verano del año de 1942.
El cartero se quita el birrete se seca la frente, después a un ritmo acompasado extiende el papel.
-¡Filiii! Toma, estas convocado.
-El hombre alto, flaco, joven se acerca y toma en sus manos el papel, en efecto ha sido llamado a las armas.
Dentro de la humilde vivienda, hecha totalmente de piedra, con el piso de tierra, se presume la desgracia, el ambiente se vuelve sombrío.
Toma la camisa, y sale mientras se la pone, se lanza por la estrecha escalinata abotonándola a medida que avanza, entra en la calle que lleva el nombre del rey de Savoia (La infamia sobre los pueblos). A medida que avanza se encuentra a sus conciudadanos, que avanzan con el mismo aire suspendido, en sus caras el reflejo del holocausto patrio.
-¿También a ti te llamaron a las armas?
-Sí hoy la patria tiene necesidad también de nosotros.
-¿Y nuestros hijos?
La frase le hace olvidar el sentimiento patrio, y voltea hacia aquella humilde vivienda, hecha enteramente de piedra, piedras arrancadas a la tierra, acarreadas en hombros, sobrepuestas en simetría variable.
Los Hijos que lo ven desaparecer dentro un tumulto de hombres que hablan de las incertezas de su futuro.
-¿Dónde será nuestro destino?
-¡Frente africano!
-¡Albania!
Dentro de la comisaria, el funcionario sentado en el escritorio, alza la vista cuando ve venir el grupo de hombres.
-Hagan la fila, ¡Póngase en orden serán llamados por apellido!
-¡Abate Marcos!
-¡Espósito Filippo!
-¡Sanseverino Carlo!
Les consignan, el uniforme y el fusil.
Nota que el paquete es pesado, el sobretodo, le indica que han sido enviados al frente ruso.
Convocados en la plaza se le comunica:
-¡La orden es partir inmediatamente!
En casa los hijos lo ven como se viste con el uniforme, es un hecho, se debe marchar al frente.
Cuando los pueblos callan, inmolándose al sacrificio
Son demasiados pequeños, demasiado para entender, que el padre desde hoy, no estará más.
Baja por el viale intitulado a la Roma imperial; gloria a los antepasados.
Primeramente camina solo, después se le suman dos, tres, cuatro, aumentan sustancialmente los hombres, la mochila que va dando saltos, el fusil heredado de la gran guerra, es viejo como el sueño de los pueblos, los hace ver más altos.
La calle esta llena de talleres de artesanos, El sastre, el panadero, el carpintero, el zapatero se asoma.
-Miren soldados, la patria os saluda, pero esos zapatos son de cartón, no los usen ahora, esperen llegar al extremo norte, allá les hará falta.
Un veterano del frente africano andando en muleta, les hace el saludo de las legiones romanas. (Patria los murientes te saludan).
-W. L’Italia.
En el frente africano carne contra cañón,
En el frente ruso con zapatos de cartón.
Baja a la llanura, campos intensamente cultivados, vaga dentro de la utopía de la sociedad agraria, la que ve ya en poniente en el horizonte de la época, luego divisa las casas de los colonos, lo cerezos están floreando, se imagina sus frutos de intenso rojo, que este año no recogerá, la vid tiene los frutos pequeños del vino que no tomará, ve las casas de los colonos; reforma agraria.
Poder Nº1, Poder Nª2.
Piensa que a él, le bastaría algo de tierra para sentirse satisfecho.
Se detiene Donde la cuñada.
-¿Lucha has visto a Concheta?
-Esta allá que trabaja en los campos.
Como mujer proletaria, busca el sustento directamente de la tierra.
-La mujer esta inclinada sobre la tierra, como por cientos, y aún miles de años, el trabajo es duro pero para el proletariado solo hay trabajo, trabajo y más trabajo, compensado con un mendrugo de pan al final de la jornada, bañado de aceite de olivo con una pizca de sal, mientras en el delantal separa los granos de trigo de la tierra de donde los recogió.
El avanza entre las plantas de grandes hojas de tabaco, avanza como el designo fatalista ha bañado esas tierras.
Se detiene donde inicia el cultivo de trigo el grano de espiga amarilla es la riqueza de estas tierras donde se deben a el, para sobrevivir, en los meses de duro invierno, observa todo detenidamente, ahora que se va la visión se amplia.
Se acerca a las mujeres y a los hombres que trabajan doblados sobre la tierra.
-Conche vengo a despedirme.
Ella se endereza lentamente, se pone una mano en la cintura, con la otra mano se aparta los cabellos que salen de la pañoleta que los sujeta,
-¿Te vas?
-La patria me ha llamado.
-Sí, siempre nos llama a nosotros.
Baja la cabeza buscando algún entendimiento, no lo encontró, mientras la angustia le ahoga el llanto, ella quiso gritar, pero se ahogo en un llanto silente como el que cobija a los pueblos sin doliente, huérfanos de cada justicia, pero solamente, dijo;
-¿Bien y los niños están en la casa?
-Sí, los deje comiendo.
Luego marcha, se aleja por la pequeña llanura hacia la estación del tren, Se aleja con el peso de la historia sobre de él. Se aleja y los zapatos le guindan de la mochila, de pata en el suelo. Como se pisa el sueño de los pueblos. Se alejó hacia la estación de tren para escribir la historia con el viejo fusil, los zapatos nuevos que no se atreve a usar, en los nuevos caminos que se abren en bifurcación del destino, pata en el suelo, donde reposan el sueño de los pueblos emergente.
El tren llega puntual desde Lagonegro, recogiendo a los paisanos hoy convertidos en soldados, sin instrucción previa, avanzan según el designo colectivo en las formas que su época los llama al sacrifico de la patria.
La pequeña estación es de un solo riel, el tren detiene su marcha, el acero chilla en la fricción entre ambos, muchos nunca lo han abordado, hoy pero los embarga la penuria, hay agitación, llantos desgarradores de la madre, de la esposa, de las hermanas, de las hijas.
Los hombres suben con paso decisivo, las puertas abiertas de los vagones los hace pender, las ordenes de los superiores.
Abajo quedan las mujeres, lloran con lamentos profundos, desgarradores, ancestrales, típicos de la cultura fatalista mediterránea, la tragedia tantas veces anunciada.
Se asoma a la ventanilla del tren, mirando a los campos mas allá del muro de piedra, se ve la llanura dorada, las espigas de trigo se mecen al viento. ¿Habrá pan para el invierno? ¿Comerán mis hijos? Las siluetas que se ven desde la lejanía se ven plegadas sobre la tierra.
Figuras inmutadas desde hace siglos, generación tras generaciones, cultura tras cultura, dominaciones tras dominaciones, guerras tras guerras.
Las mujeres piden que no partan.
-¡No, non andaré, nasconditi nei boschi! (No, no ir escóndete en los bosques)
-¡Marii! ¿Ma que quianche fa? (¿María que haces llorando?)
-Marito, ho paura di perderti. (Marido, tengo miedo de perderte).
-¡Marii! la guerra é tutto ció che sapiamo fare, lasciami scrivere un altra pagina di storia. (Maria, la guerra es lo único que sabemos hacer, déjame escribir otra pagina de historia).
La mujer mira hacia sus adentro, mira hacia atrás, Hoy esta guerra, apenas ayer la primera guerra, la guerra contra los Turcos, la invasión Piemontesa anexándonos a Italia, las invasiones Napoleonicas, hacia el alba de la cultura, hasta la antigua Persia, las guerras que nos han acompañado desde siempre.
-¡Marii! Sí non vai a la guerra, lei viene per noi e allora sará peggio.
(¡Maria! Si no se vas a la guerra, la guerra viene por nosotros y entonces será peor).
Lo imaginó también a él, abrigando la esperanza que su descendencia tengan un pedazo de tierra en que trabajar, para promover las nuevas generaciones que no les falte, tierra, pan y trabajo.
El silbato, estremece el ambiente, se vuelve supremo, anuncia la hora, el momento angustiante, las lágrimas se vuelven mas intensas, las lágrimas que aun hoy añoran aquellos a tiempos de profundo holocausto, las palabras se mezclan con el avance del acero sobre el acero, es extraño como las ruedas al inicio resbalan sobre los rieles.
Los rieles y se acuerda como su abuelo trabajó en la construcción del ferrocarril, ferrocarril Calabro-Lucano. Nuestras nacionalidades.

Hoy, es ese trasporte que te lleva lejos, el tren y su movimiento traslada la visión, el paisaje se mueve, el pastor y sus ovejas como motas blancas, se esparcen por los campos aún verdes, las tierras cultivadas cambian de color, alguno de los que trabajan en ellas se alzan y se toman segundos preciosos para saludar a los que marchan al holocausto para el progreso de los pueblos.
Luego sentado, con el fusil entre las piernas, adoptando su nueva situación; El uniforme es de un marrón que se pierde dentro del pequeño espacio asignado, como microhistoria dentro de la gran guerra, pero reflexiona; él, pero tiene el honor de llevar la camisa negra.
Él es un militante del partido fascista italiano, W L’Italia.
Entonces en la trasfiguración de los tiempos desde un traspasado futuro, queda la interrogante suspendida en el tiempo, a su descendencia que se asoma a los hechos históricos.
¿Pero abuelo se puede ser fascista?
¿Ir allá a tierras de exilio para hacer la guerra de los pueblos?
¿Ahora que las armas han sido consignadas a ustedes, por qué no acaban con los latifundistas?
La potestad que los gobierna en nombre del rey.
¿Romper con la servitud que los explota desde hace y por miles de años?
El hombre con su mirada simple, se alza y le refiere a la historia;
Gritando a sus generaciones de todas mis regeneraciones.
-Erene, esta no es una guerra entre pueblos, nosotros vamos a combatir por la humanidad, contra 4 grandes imperios, que se han adueñado del mundo, somos solo una nación de campesinos, pastores y artesanos, una nación que lucha para crearse un espacio político en este mundo. Por ello en esta fase histórica asignada, estamos llamados al sacrificio por el progreso de los pueblos, a escribir un parágrafo dentro de la pagina de historia universal, nuestro fusiles son viejos, hemos fundido nuestras ollas, las rejas, los anillos de matrimonio, para ingresar en esta guerra, combatimos hasta el ultimo aliento, para no permanecer marginados de los eventos que forman las naciones, nuestra inclusión donde se gestionan las grandes ideología.
Sí, soy fascista, por qué nos levantamos en armas contra los poderes de la tierra, contra la explotación y el saqueo del fruto de nuestro trabajo. Por eso marcho a tierras de destierro en el compromiso del puesto asignándoseme por estos magnos eventos.
No se cuando y donde con certeza mi abuelo y sus coterráneos, se pusieron los zapatos; en Roma, en Torino, Berlín, Kiev.
En las frías tierras nórdicas, aquel invierno fue excepcional, las grandes nevadas que cubrían la tierra, le hacían añorar su visión proletaria, el aún veía los campos intensamente sembrados de trigo que como oro que brillaban vivamente al resplandor del sol.
Dentro de su condición, aún cuando la armada invertía la marcha, aún cuando el general invierno no daba tregua, aún cuando la retirada era obvia, aún cuando los paisanos le dijeron retirémonos, aún cuando vieron a los Alemanes retirarse.
Les dijo; No yo me quedo aquí por las reivindicaciones de nuestro pueblo.
El parte de guerra dice; Desaparecido en Acción. No muerto.
Sí, no se puede definir muerto, a quien es presente en nuestros sentimientos, en nuestra memoria viva.
La guerra terminó, la muerte que extendió su manto por el entero globo, fue mundial porque llego hasta los últimos confines del mundo, recogió un generoso sacrificio de más de 50.000.000 millones de personas elevadas a un enorme holocausto: Esto forma el desarrollo de los pueblosel avance de las clase emergente.
Sí la guerra terminó,
El hombre cuando se despierta de una guerra, no sabe como definirla, es un concepto que la mente no llega a conceptualizar, es demasiado grande que no se puede hacer una imagen-razón en su totalidad.
Se siente como polvo de tiempo, sumergido en la tierra, cargando los escombros del magno evento, rodeado de huérfanos y viudas, detrás las ruinas, delante un futuro incierto, dentro de sí el deber patrio de la reconstrucción, Hay quien se envilece, pero hay quien ha perdido tanto, que no tiene ansia de deseos mortales.
¿Más se ha perdido en la guerra?
Que no le cabe un solo sentimiento de villanía.
Se levanta esa mañana, del nuevo día o entra por el en un hueco hecho en el muro del espacio dado, sin parámetros de orientamiento, todo derribado, ve a sus conciudadanos y siente la obligación del nuevo sacrificio.
Solo se recuerda que era sobre el tren, en la misma estación donde vio a su abuelo partir para la gran guerra, que vio a su padre partir para la segunda guerra mundial, y él partía hacia la emigración a lugares lejanos, ajenos a él y su cultura, lejos de afectos y parientes, los niños aún pequeños, los retoños que fraguaran una nueva gesta, esta vez las despedidas son de augurios para los tiempos que vendrán, no sin los llantos desgarradores que solo las mujeres del mediterráneo saben entonar, para regar esta tierra con el dolor que la época requiere.
¿Por qué esta tierra nunca se para? ¿No tendrá estación para que una generación descanse?
No hay descanso para el guerrero, que debe remarginar sus heridas en la dureza de la reconstrucción, las estaciones de pueblos y ciudades que atraviesa, están en estado avanzado de destrucción, desolación y miseria crítica.
Cuando los pueblos se levantan o lo que cuesta levantarse.
El barco que lo aleja, que lo lleva lejos en un viaje transatlántico, surca los mares dejando una cola blanca dentro de ese intenso azul, el vuelo de las gaviotas. Entre los paisanos se entrecruzan solo miradas de angustia, dejando a las familias en el más completo desamparo, sin recursos todo lo que se perdió en la guerra, hacia delante solo incertidumbre.
Cuando se divisa la otra tierra, donde él esta en capacidad de hacer de todo, por qué le urge mandar la primera remesa de pago al prestamista, que financio su viaje, la segunda remesa para el alimento de su familia.
El viaje queda atrás como un rumor, en un sin numero de confusiones.
Quien lo emplea, lo recibe con jornadas largas de sol a sol, hasta donde lo acompaña la luz diurna, y más allá aún de intensos esfuerzos, la paga la mantiene estrecha en sus manos, sus manos rigurosamente en los bolsillos, rígidamente aferrando hasta el ultimo centavo.
Se siente decir:
-¡Italiano pichirre!
-¡Italiano come caliente alguna vez!
- ¿Que vas hacer con tanto real?
Le comenta a sus paisanos;
-Es mejor irse de aquí, aquí no nos quieren.
-Hay que mantener la posición asignada.
-No te preocupes, más se perdió en la guerra.
Además la culpa no es ellos, es de la historia que pasa pagina y nos deja sin memoria.
Un hombre bajo de estatura, con la mirada silente que encierra 100 gestas, sentado sobre un bloque rojo, dentro de un edificio en construcción, almorzando un pan con mortadela.
¿No es la historia? ¿No se ve participe de ella?
Solo que ella de abusadora, se apoya para escribirla sobre sus hombros, sobre los hombros del bravo pueblo.
Álzate esta mañana pueblo, para escribir una verdadera pagina de historia universal.

A manera de revisionismo histórico.
No importa el color de la camisa, sí no el ideal de quien la lleva, mientras sea por las reivindicaciones populares en cualquier lugar, en cualquier época, vale la pena luchar con ella puesta.

La historia la escriben los vencedores, muchas veces para mantener su dominio sobre la emancipación de los pueblos.

Pero 3 pequeñas naciones Alemania, Italia y Japón que por dimensión entrarían las tres en los estados de Tejas y Arizona, se alzaron en armas contra 4 grandes imperios que se habían dividido prácticamente toda la tierra. Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, además de sus colonias y estados satélites, que poseían recursos inagotables.
Ganaron pero quedaron debilitadas y ese factor les hizo perder todas sus colonias, naciendo así la fase post-colonialismo sellando el final de una época…





Para aclaratoria.
El fascismo es diferente al falangismo. Mientras el fascismo era una avanzada popular, contra los latifundistas, el clero, y otras formaciones de carácter aristocrático, que impedían la formación de un estado social.
El falangismo era justamente lo contrario latifundista, clerical y conservador de los privilegios de clase, y luchaban por devolver el poder a la aristocracia.
Si hubiera vivido en España hubiera sido anarquista, porque el franquismo siendo un conservador de los privilegios de los latifundistas, el clero y la aristocracia; era una verdadera avanzada reaccionaria contra el progreso de los pueblos.
Esta fue la equivocación de los Fascistas quienes lucharon en la guerra civil española sin saber que estaban luchando en el bando equivocado.
El manual del buen revolucionario, encierra y concierne en entender la historia como es y a donde se dirige, militar entre las filas de quienes se promueven a efectuar los cambio es tener la formación de incidir en esos cambios sin ansiar privilegios, sí no es un conservador de privilegio de las minorías, contra el progreso de los pueblos.

Por allí, hoy, en estos días, hay una gran cantidad de personas que gritan de luchar contra el imperio, por esta razón les presento esta gesta heroica, simple, con su tragedia domestica para ver quien se atreve a partir.
Por la libertad y el progreso de los pueblos, en contra la perdida de identidad, la homologación cultural y la transculturización de los pueblos.
Para oponerse a esta sociedad de consumo, que convierte a los seres en individuos para sus fines de expansión y de dominio colectivo.

Sustraído del diario del emigrante anónimo, aquel que reconstruye pueblos y funda naciones.

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