jueves, 8 de octubre de 2009

¡ESCUCHA!

¡ESCUCHA!

La noticia es de horror e invadió todos los corredores, todas las celdas, todos los pabellones.
Gritos espeluznantes que helaron el espacio, congelando las acciones.
¡Topipa fue asesinado!
Era uno que daba testimonio, cuando se congregaba con los otros cristianos, en los patios de los pabellones, se subía a la tarima y decía;
-¡Hermanos! yo andaba en tinieblas, antes de recibir a Cristo como nuestro señor de luz, atracaba, acuchillaba, era vicioso de droga, vicioso del juego, era un hombre vil y mundano, después conocí la palabra (Entonces alzaba la Biblia con el brazo extendido hacia el cielo, elevando el tono de voz, como un clamor que viene desde el adentro, desde el infinito).
-¡Gloria a DIOS hermanos! hoy puedo darles y les doy un testimonio de este avenimiento epocal para cada hombre; salgan de la maldad, reconozcáis las tinieblas que ciegan vuestros ojos y delante ustedes avendrá la trasformación mediante el Espíritu Santo.
-¡Acepta la luz! reconócete en Cristo como ser de luz, a él como nuestro señor.
-Entrad a la nueva era de la luz perenne, escucha la palabra de DIOS; que es entendimiento, bueno para instruirte en la vida, es sabia para aconsejarte en las penurias, es poderosa para curarte de todas las enfermedades del cuerpo y de las desviaciones mentales.
-¡Sálvate! Abandona las tinieblas.
Fue una emboscada, un ajusticiamiento; eran las obras pasadas de su vida que lo alcanzaban, de un hombre que ya no existía, acciones que venían de un traspasado remoto que lo alcanzaban, el pasado tiene una idea fija y no perdona.
En un estrecho corredor, de aquellos que cuando caminas, la parte que dejas atrás desaparece, y se cierra al entendimiento, al pie de una escalera.
Emboscaron a un hombre que era lejano al hoy, a un hombre nuevo con apariencia del pasado, estocadas determinadas lanzadas desde un tiempo oscuro repleto de ignominia, de incertidumbre a un hombre que había ascendido.
El se defendió solo con la palabra, se cubría con la Biblia, la palabra de DIOS, el libro de la vida fue traspasado, y el repetía;
¡Gloria a DIOS hermanos!
¡Cristo os ama!

Estos, como alérgico a la luz, se cegaban aún más, mientras sus acciones enfuriaban desembocando en violencia ilimitada, en la plena ausencia de razón.
El filo del hierro entraba en su piel, traspasaban su carne, vertía su sangre y el continuaba a esquivar la punta del arma con la Biblia,
Usándola como su escudo, (escudo y adarga será su verdad) y continuaba a repetir:

¡Gloria a DIOS hermanos!
¡Hermanos, Cristo os ama!

Tantas cuchilladas, soportó, que su piel abierta, hablaba mediante sus heridas, hasta que cayó al pavimento.

Con una sola certeza; ¡la Vida Eterna!
Con una sola convicción; ¡El amor de Cristo!
Con una sola fe, es una prueba que DIOS le impuso, para ser curado de la carne.

Así desde el profundo de la decadencia de los valores humanos, entre muros descoloridos en que las manchas de sangre y las masas encefálicas adheridas a las paredes, de muros levantados contra el entendimiento y que te señalan el dominio del caos del mundo, los confines del reino del hade viviente, (Solo en la tierra, puede existir el infierno), del profundo de la perdición de la naturaleza humana, hay hombres que reconocen la verdad aún hundidos en las tinieblas, y se levantan sobre de ellos mismos, en pie, con el brazo extendido hacia el alto, lleno de cicatrices, desarmados de todas las concepciones humanas y elevando la Biblia, como único testimonio de la verdad, el libro de la vida, donde se expresa la grandeza de su palabra y con gran estatura moral, renacen por la aceptación de la luz, para no ser nunca jamás ciegos, nunca más inscritos en el libro de la muerte por eso da abiertamente testimonio de su trasformación por la Gracia de Cristo, ¡Gloria a ti Señor! ¡Gloria a DIOS!
Quedo al pie de la escalera, con la cara hacia el alto, la reja era oscura de tanta sangre secada en el tiempo del olvido.
Los ejecutores materiales, miran al cristiano moribundo, en sus manos las lamas sangran aún, el cuerpo es radiante, él abraza la Biblia, mientras el libro vertía la palabra encima de los escalones; La sentencia fue ejecutada como en Deuteronomio 13:1.- Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te diere señal o milagro, 2,- y acaeciere la señal o milagro que él te dijo, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3.- no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque el SEÑOR vuestro Dios os prueba, para saber si amáis al SEÑOR VUESTRO DIOS, con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. 5.- Y el tal profeta o soñador de sueños, morirá.
A la escalera empezaron a llegar los compañeros de la desidia, los ejecutores del excidio lo continuaban a mirar, impedidos de irse, desde el ofuscamiento de las propias oscuridades, estrechaban los cuchillos en mano que aún sangraban, se van, alejándose en las penumbras, juegos de sombras donde los seguidores de Satanás cumplen sus fases diabólicas, donde se desvía el espíritu, pero uno de ellos se gira y le dice:
-Es mejor así Topipa; en este lugar te podías corromper de nuevo, así ¡Tú alma es salva!
¡Topipa! que alguien pueda escribir tus sagas, tus luchas contra el demonio, tú decisión de salir de las tinieblas, que alguien pueda recoger tus testimonios, tus vivencias de una entera vida, vivida en la estrecha marginalidad y que desde el fondo del abismo, mundo del maligno, renació un hombre.
Los cristianos llegaron a la escalera, observaban en silencio melodioso precediendo un coro de Ángeles, porque su cuerpo irradiaba luz, que no les hizo concebir el rencor, todo era sobreentendido dentro del diseño de DIOS, como la adecuación de los tiempos, circundados de muros sin color, de escalinatas derruidas de un lugar sin identidad.
Lo envolvieron en una sabana blanca y lo llevaron fuera del pabellón, por el corredor hacia el estacionamiento de entrada, un pasante lo vio y dijo;

¡El era un hombre justo!
¡Un convertido, a la verdad por la fe!

Otro dijo; ¡Es el indio Topipa!
Otro dijo; ¡Es el negro Topipa!
Otro dijo; ¡Es el prieto Topipa!
Otro dijo; ¡Es el blanco Topipa!
Luego;

¡El zampo Topipa!
¡El mulato Topipa!
¡El moreno Topipa!


¡Es la nación Topipa!
¡Un excidio de pueblo!
¡Un extermino de juventud!
¡Están matando a una nación!

Sustraído del diario de Topipa, malandro convertido (Barrio de Campo Rico, sector el maldito).

No hay comentarios:

Publicar un comentario