jueves, 8 de octubre de 2009

La fiesta de los pueblos

La fiesta de los pueblos

Noviembre. Sí llegó noviembre, la última fiesta de los pueblos del año.

Quedo atrás la vendimia, la sega del trigo, la recolección de los frutos de bosque.

Recoger aceitunas, en los campos donde los árboles retorcidos seculares o milenarios, están plantados desde que la memoria oral de los pueblos mediterráneos existe.

Hoy bajo al campo, muchos creen que es de campesinos recoger el fruto divino aquel que da ese aceite maravilloso que condimenta y complementa la cocina mediterránea.

Pero yo no, no me siento un jornalero, me siento a la elevación de sacerdote, donde cumplo un ritual tan antiguo que la cultura aun no existía, revoco épocas en que estas tierra han dado este frutos maravilloso desde la filosofía dela antigüedad clásica a la poesía cobijados bajo la sombra de estos milenarios años.

Ajustando el encerrado al pie de árbol, es como hacer reverencia aun rey, salir sobre su tronco, plegar sus ramas, me hace recordar cuantas de mis generaciones, todas aquellas de mis regeneraciones han hecho lo mismo.

Hoy el sol resplandece en alto de los cielos, bien no habrá vientos helados que vienen a endurecer la piel.

Las ramas flexibles las recuesto hacia mi mis manos, recogen rápidamente el fruto mis dedos pequeños y ágiles, son de recolector esto es forma y síntesis que son adaptas a este trabajo.

Encima en lo más alto del árbol, donde su tronco lleno de musgo me hace resbalar, salgo a tomar este fruto pequeño y negro o verde, son las olivas que otros llaman aceitunas,

Este es el ultimo acto de la sociedad agraria del año, la vendimia quedo atrás, el vino esta madurando en bodega, el trigo ya fue recogido la blanca harina se extiende en las mesas amasando panes, pasta y dulces, el tomate esta ya embotellado, el higo se seca en sus pinchos, las nueces en su cesta junto a las castañas, todo lo que la natura da, todo lo que el hombre ha aprendido en el trabajar de los siglos conforma la cultura de estas sociedades agrarias.
Desde lo alto del árbol se divisa el horizonte; bien yo he cumplido con el legado de mis generaciones, ¿Quien lo hará después de mí?
Es la interrogante de hoy, que vaga en estas tierras.
Esta es la interrogante que se han hecho los ancianos por los siglos, y ¿Si desaparece la sociedad agrarias, en que nos convertiremos? individuos solitarios, monosexuales, introvertidos, sin genética, con risas plásticas con ademanes metropolitanos, con peinados cosmopolitas, con esas risas alocadas en un gourmet, débiles en el andar efímeros en la mirada, sin fundamento del existir, sin la funcionalidad de las cosas que se consumen hombres objetos, seres alienados a circunstancias impropias hombres y mujeres marionetas sin autonomía sin criterios estándar en el vestir en el andar sin autosuficiencias alimentarías.
Las hojas caen junto al fruto, el árbol quedo expropiado del fruto, bajo por el tronco que es hueco en el centro quitamos ramas y hojas y el fruto introducimos en sacos la jornada llega a su fin.

¡Así el sol va detrás la montaña el ocaso! ¡OH mi DIOS! Que no sea un ocaso de nuestro vivir.

Después de tantos milenios ese tronco que habrá conocido a los míos, generaciones de hombres y mujeres que hicieron el mismo ritual sagrado para obtener el sustento este aceite precioso que viaja por todos los mares y llega lejos distante cuán precioso es mi legado tierra.

La fiesta de los pueblos este mes llega a su fin.

¿Vendrá otro año?

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