jueves, 8 de octubre de 2009

…El rayo del llano...

---…El rayo del llano...---
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Así fue como estalló la guerra social.
En la lejana España, Tomás, toma su saco, los llena con sus pertenencias, sale de casa y se enrumba hacia un camino indefinido.
Quien lo mira, ve solo a un hombre, casi muchacho, no se puede imaginar que es la historia la que pasa delante él.
Su paso es inquieto, su andar es vivaz, cuando llega a la escuela de la marina, se queda mirando el mar, como esa inmensa masa de agua se mueve e impacta contra los arrecifes, no es miedo, es respecto, al ver su potencia de masa que choca contra los escollos.
Dentro la escuela de marina, donde aprende el arte de navegar, se oyen historias, sobre ese vasto territorio que llaman las Américas, historias de tesoros, historias de ciudades hechas de oro, escondidas en impenetrables selvas, esa son las fantasías que alimenta a los hombres de aquella época, la fuente de la eterna juventud, las riquezas que hacen de un hombre pobre un Virrey.
El hombre delante el desafío solo necesita una escusa para partir.
A la mar, a la mar; allá es donde quieren ir todos, les inquieta la teoría, les fastidia los viajes por la costa, tiene un espíritu inquieto insubordinado no tolera la disciplina; así que es dado de baja.
Decide una vez que conoce las artes del navegar entrar dentro una tribulación mercantil, que se dedica al contrabando, al margen de la ley fuera de las reglas, allá donde el producto es propio, donde un hombre es libre de sus actos.
Cuando llega a la costa de la provincia de Venezuela.

Observa como las montañas se acuestan en el mar, un mar azul calmo sereno, pacifico, no es agitado como aquel de los mares del norte.
El contrabando es de mercancía varias, trajes Franceses, lámparas, inglesas, Cristales Venecianos, Cuchillos Alemanes.
El mantuano, ricos hacendados compraban la mercancía a buen precios, evitando las aduanas del reino sus precios eran muy bajos.
Si notó que los hombres que le compraba los objetos a bajo precios pedían por su cacao, su café precios de mercado oficial, fue en aquel momento cuando abrió el saco para comprobar la mercancía que los granos de cacao le dieron una extraña sensación de olor a azufre, a látigo, a explotación, a sufrimiento.
De nuevo sobre la nave al alejarse de la costa, tuvo un presentimiento, querer conocer toda aquella tierra adentro, pero, no se dijo y movió la cabeza para concentrarse en la faena, después debajo la cubierta los demás marineros se entretenían con juegos de azar.
-Tomás ven a jugar.
-No, no me gustan esos juegos, no me concentro.
-Se acostó en la hamaca, un sudor frio recorrió su cuerpo.
-Sebastián que sabes tú de estas tierras.
-Lo que se es bien poco hay que recorrer grandes distancias para encontrar un Cristiano.
-¿Pero hay comercio interno?
-Si prácticamente te compran de todo, aquí producen Cuero, cacao, café, azúcar y otras cosas como sal, etc.
-¿Hay una vasta llanura me han dicho detrás de aquellas montañas?
-Sí, pero es más fácil encontrarla entrando por el gran rio Orinoco.
-Hummm.
De esa manera se puso las manos detrás de la nuca e inicio a soñar con un vasto territorio, una imagen que lo perseguía desde la niñez, una vasta e interminable sabana.
El barco atracó en Puerto Cabello, en la parte central de esa costa que dejaba ver una cortina de montañas. Entonces decidió quedarse y encontró empleo como vigía en el fortín de puerto cabello, de centinela para vigilar el tráfico marino, que gracias a sus viejas amistades dejaba pasar algún contrabando
Acusado de contrabando, fue juzgado y después de condenado mandado en confinamiento a las tierras de Calabozo.
Cuando llegó a esa encrucijada de llanos, se dio cuenta como las circunstancias forman los sucesos, y catapultan la vida de los hombres en los eventos decisivos.
Allí se dedicó al comercio ad andar a caballo por aquellas vastedad, dedicándose a criar ganado, siempre inquieto conociendo los caminos de ríos de sequia y de crecidas, donde acampa el ganado, donde se refugia el caballo cimarrón, donde vive libre el pardo, hombres que escaparon al dominio de la explotación del hombre por el hombre, hombres vestidos con lo necesario para no andar desnudos.
Allí conoció una nueva clase hombres, hombres sin destino, hombres en el cruce de caminos, hombres que no programaban el futuro.
Vivian con la crecida del rio, o las intensas sequias del verano.
Del vivir ajeno también se aprende, para quien esta en el abierto, a lo que la época trae consigo.
Los negocios, tierra abierta y cruce de caminos iban bien, tanto que había consolidado un discreto patrimonio, a veces cuando contaba sus monedas, se daba cuenta lo fácil que era, solo porque aquellos seres le traían pieles sin pretender si no cosas elementales, el las revendía o al trueque con mercancía que venían de Europa y las revendía al Mantuano a precio de cartel, así entre pellejo tieso y cepo, entre una lámparas hecha en tierras remotas o un acero Alemán, su pulpería estaba muy bien abastecidas.
En la sabana se reunía el ganado de diferentes hatos, cada animal era marcado con el hierro del hato, según como estaba marcada la manada en la que iba, eran días de intenso trabajo, donde derribar al animal enlazar, domar, sacrificar, asar su carne, secar su cuero, producir cebo, eran la culminación de una faena aprendida en duras condiciones de vida, en los que cada quien iba por lo suyo, se formaba una cultura en la periferia de lo ya establecido.
Después entre un trago de ron, una secada de labios, una copla bien cantada, un pasante, un viajero, un correo, las voces lejanas se volvían cercanas, especialmente cuando regresaban amigos y conocidos que habían estado en lugares lejanos, lugares que casi nadie allí conocían.
Rumores de invasión, rumores de independencia, rumores de malestar internos.
La pulpería como lugar público se prestaba a estas reuniones.
Tomás, intrigado porque el rumor se había convertido en una constante, se decían que un grupo de notables habían pedido la separación del reino, le venia en mente, ¿Como se podría separar una cosa de la otra?
-Si me lo dijo mi primo ahora mismo regreso de Caracas y me dice que ahora somos una República independiente que los españoles y sus ejércitos deben irse.
-¿Como ellos son dueños de los puertos, de la tierras como se van a ir?
-Lo que quieren quedarse formaran junto con los criollos una nueva nación.

-Eso no va a funcionar acotó Eleazar, se lo digo porque siendo ya un viejo he visto de todo, miren yo me hallaba allá donde inició toda esta pendejada, hace mas de veinte años, estaba a las ordenes de Don Francisco de Miranda allá en Paris habían declarado la misma cosa, los Burgueses querían mejorías y mas privilegios de clase, ya que ellos manejaban la economía y a las discusiones entre ellos y los aristócratas fueron intensificando así que nadie se dio cuenta del pueblo sufriente.
Cuando después salió el pueblo a la calle, fue sangre que todavía escurre y la respuesta fue justamente Napoleón, que se puede definir como el máximo de los contrarevolucionarios existido hasta hoy.
-Eleazar eso son cosas de Francia aquí estamos en las Américas.
-Peor porque cuando vagas por esos llanos, ves solo pardos con la mirada sin futuro, como el ganado en medio de la sabana, como los caballos salvajes, como los tigres que acechan encima de los gajos.
-Tienes razón Eleazar, cuando estuve en Caracas, en la firma de la acta de la independencia, mis estimados; allí habían solo mantuanos, explíqueme ustedes ¿Que independencia es?
-Explícame de que yugo se liberan, si ellos son el yugo que presiona encima del pueblo.
-Los aquí presentes, cada uno trabaja y gana según su sudor y lo que invierte; ellos no, viven de la riqueza que producen sus esclavos, tienen privilegios, como el del uso de la joyas, del manto, el certificado de la pureza de raza, sí un hijo de español nace de una india o de una negra ¿Entonces no es bueno?
-Lo ven los que yo les digo, es que se sabe como comienza y no como termina, aquí como en Francia hay demasiadas injusticias demasiado espacio que colmar, cuando estalla la sampablera no hay dique que pueda refrenar la acción, cimarrón que salta la talanquera no vuelve al potrero.
-Exactamente, es como cuando te embarcas en una aventura, tú vas convencido de que ira de esa manera, lo harás de esa manera después los eventos en la medida que las circunstancias los liberan, te demuestran lo contrario, porque eso se trasforma en una nueva dinámica.
Tomás escuchaba desde su mostrador los argumentos de persona que a todas las luces eran mas experimentadas que él, cuando cerró las puertas de su pulpería esa noche, cuando apagó las velas, y quedo solo meciéndose en la hamaca, cuando la oscuridad se volvió impenetrable, como aquel futuro que los hombres predecían en sus palabras.
Tomaba en cuenta que de verdad había muchos libertos que escapaban del látigo del mayoral, hombres con marcas sobre sus pellejos de látigo que a duras penas cicatrizaban, hombres que jamás él, ha visto reír, hombres que cuando los miraba en sus ojos, no le encontraba el brillo de los mortales, hombres que a la luz de la fogatas sus sombras, eran sombras que eran huérfanas de sentir, desterrados del sentir humano como en tierras ajenas.
Pardos los llamaban, que cada día se les sumaban más, como las crecidas de los ríos, como los caimanes en bocas de caño, como tigre encima del árbol asechando su presa.
El pueblo espera, fue la frase que le llegó en mente antes de dormirse.
El día siguiente, después que un grupo de hombre entro en su pulpería, les informo que en Aragua estaban reuniéndose las tropas del nuevo ejercito; la oferta que la república hacia para formar la nueva patria era;
“Se le daba el grado de capitán a quien llegara armado y con el mínimo 25 hombres con sus monturas.”
La noticia por días se discutió en la pulpería.
Los pro y los contra, llovían de todos los lados y de las argumentaciones mas variadas.
Al llegar la noche cerró las puertas, se acostó en su hamaca, apagó las velas, el olor a cepo le llegó con fuerza, cuando se cierra un sentido el otro se repotencia.
Un ejercito es guerra segura, de guerra se hablaba desde siempre España cerraba un capitulo y abrió otro, ahora era ella que estaba invadida en la corona estaba un francés-corso, eso le daba fuerza a no seguir leales.
25 monturas no es nada, podría incluso podía organizar más aún, y de esa manera presentarse en armas. Con esa cobija se arropó y durmió, en aquella caliente noche de sequia del Guárico.
Cuando abrió las puertas de la pulpería aquella mañana en víspera de la nueva aurora nacional, miró hacia donde se cree que existe la inmensidad llamó entonces a Julián.
-Mira ve pal monte y tráete a 50 hombres, que sepan montar bien y sean buenos lanceros, que se traigan caballos y lo que tengan, y sobretodo Julián dígale; si están dispuestos a pelear.
Mientras Julián partía, él fue para el depósito y escogió 50 machetes, 50 riendas, 50 puntas de lanzas. Los puso sobre los troncos en el zaguán.
“Hay que ir a la guerra, antes que ella te venga a buscar.” Se dijo, mientras hacia las cuentas de la mercancía que le quedaba.
Los hombres del llano, son un tipo de hombres diferentes en todo; viven con lo estrictamente necesario, acampan dondequiera y están siempre listos a dar batalla, se dice; “Que dejan de comer para salir a pelear.”
Cuando, salió aquella madrugada hacia los valles de Aragua, volteó hacia atrás, al ver el polvo que las cabalgaduras alzaban, y la tropa que marchaba desorganizada, sin filas como se podría imaginar, pensó; no se le puede pedir a un hombre libre, que se alinee como una fila de gusanos, entonces, ¿Para que vamos hacer una revolución?
Cuando se presentó al cuartel general, centro de acopio, la tropa desmontó e hicieron un haz de lanza, encendiendo una fogata, el campo estaba lleno de tropas.
Tomás avanzo a presentarse.
-Aquí vengo como ha sido proclamado, traigo 50 hombres, bravos de los llanos, armados y con sus monturas completas.
-¿Usted quien es?
-¡Tomás! Tomás Boves. A sus servicios.
Lo dijo con mucho tono. Pero aún su nombre no retumbaba, como el terror de los llanos. Es cuando desde el futuro llega la confirmación que la historia habla de ti.
-¿Es español?
-¡Sí! Soy, de Oviedo señor.
Varios lo interrogaron, hasta que uno le preguntó.
-¿Usted, no fue una vez condenado por contrabando y después confinado a Calabozo?
-Si, así mismo fue, por la misma mercancía, que ustedes los mantuanos me compraban.
Lo apresaron y fue amarado a un palo, le dieron más de 150 latigazos, sus hombres con sus monturas fueron obligadas a irse, menos Julián que se movía como alma en pena fuera del campamento.
Fue recogido en fin de vida, Julián le cerraba las heridas con el hierro ardiente y pólvora de cicatrizante, por varios días se debatió entre la vida y la muerte, los espíritus que lo visitaron, le trajeron visiones del horror, en que el hombre se descompone en carroña, en chacales, en antropófago, en caníbal en fiera que se desencadena contra su misma especie.
Cuando se levantó de entre los muertos, con el pellejo cicatrizado por el hierro ardiente, como se marca el ganado, un dolor hondo, profundo que marcaba el inició del sufrimiento patrio.
Julián lo ayudó a montarse en la silla del caballo.
El dolor lo soportaba con una idea fija, sabia lo que tenia que hacer, sin preámbulo.
-Tomás, a mi también me cruzaron varias veces, con el látigo, hasta que este negro se amotinó y huyó.
Más adelante en un recodo de río le dijo a su amigo.
-Julián, mi hermano, no es lo mismo, cuando se amotina un Negro a cuando lo hace un Catire, ¡oyó!
Lo demás quedo en sombras, en formas que aparecían y desaparecían, en juego de tinieblas y futuro sombrío.
Al regresar a Calabozo no se dio paz, fue al deposito y contó 125 machete recogió todo el capital que tenia, hizo en un solo haz y unió en un hato, preparó las monturas, aquella ultima noche de campamento, recuerda como los rayos caían hacia occidente, cuando aún la llanura era caliente, cuando el pasto estaba seco, cuando el ganado bramaba de sed.
Entro por el centro atacando y quemando haciendas, liberando esclavos, asesinando a los mantuanos y a sus familias, el látigo que azotaba sobre las masas de desposeídos, que había castigado el pellejo de estos, hoy se volvía contra ellos mismos.
Una horda de patas en el suelo, lo seguían sin conciencia de futuro, seguían a quien ese día le imponía la libertad.
-¿Mira Tomás que estamos haciendo esto es solo destrucción?
-¿Sí, no podía ser diferente, Julián que ves atrás de ti?
-Solo gente desnutrida, mal vestida, patas en el suelo, y destrucción.
-Exacto, es un pueblo en marcha, el pueblo es ciego en su avanzada, no tiene futuro, como no tiene pasado, son los hechos futuros que se forman hoy.
“Los que apartaron al hombre, para ellos establecerse en Oligarquía se equivocaron de hombre.”
Los que se llamaron patriotas, perdieron la primera República y la perdieron, por que su arrogancia nos les dejaba ver la realidad que los envolvía.
Eso demostraba que su causa era vacía de hechos propios, cuando se va a un cambio social, adelante tienen que ir las clases emergentes, a la cabeza de ellas van los hombres que toman su degrado psico-social y las convierten en su causa que en el conflicto, regresan conformadas en la ideología base de la nueva sociedad.
La fama de Tomás se regó, como llama de pólvora por todo el territorio, sus masacres, sus violaciones, sus robos, sus saqueos: todo lo malo lo albergaron en él, era como cuando se mataban las reses en la faena de marque del ganado; atrocidades contra una clase social en la que el descargaba todas las injusticia de cuando esas tierra eran estada descubiertas al nuevo mundo.
Una guerra social se desató, como en Haití, como en Venezuela, los hombres se embargan en cambios sociales, sin medir las profundidades de los dolores que engendra la tierra que ellos pisan, dolores sin medir cuán profundo es la brecha entre la realidad actual y aquella a formar.
Los años duros durmiendo sobre la tierra, en medio de los suyos, un Catire entre la oscuridad de tantas pieles, en la cuál vivía sin excesos, no bebía, no jugaba, era solo un pensante.
Aquella mañana se levantó como de costumbre, había solo una frase que le rondaba en mente; “Un hombre hace lo que debe hacer, en el momento que lo tiene que hacer, dentro del momento histórico asignado.”
“Solo maldad traspira por los actos del hombre en guerra.”
Al presentarse a la batalla de Las Queseras del medio, escogido como campo de batalla, su tropa fue atraída en una emboscada, de pronto el Catire llamado el rayo de los llanos se vio rodeado de lanzas.
Pensó tantos bravos lanceros, solo para matar a un hombre, presentó batalla, pero como en el juego de dado, a veces la suerte está echada.
Solo dos cosas le preocuparon, en aquel momento, que no se le cayera el machete de la mano y de no caerse, él, del caballo.
De esa manera no se mata a un hombre.
Lo demás, ahora, es solo historia patria.
Esas son las causas de nuestra independencia, esas son las causas de nuestra dependencia.

…Honor a Tomás Boves el héroe negado, que tiemble la tierra...

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