jueves, 8 de octubre de 2009

Revelaciones

REVELACIONES

Sabes por los sortilegios de tus encantos, me vuelco hacia la condición mágica.
La acción que repara al hombre, envuelve sentimientos sin refreno, ¿Se puede ser sin querer?
¿Se puede vivir sin haberte conocido?
Los momentos que son instantes, breves destellos de tiempo dentro un infinito espacio, lo que paso contigo son los que hacen posibles, que yo siga creyendo en el universo.
Un amor de otoño, camina lento, arrastrando el peso de la estación junto a las hojas, que el viento arrastra y arrincona en remolinos, para luego lanzarlas al espacio, el verde de las hojas se vuelve amarillo y marón según el fruto, la vid con sus racimos, la mano del agricultor se mueven ágiles, recogiendo el fruto de sus anhelos, lleva la cesta cargadas con el fruto de su esfuerzo a la carreta, hoy es día de jubilo en el campo, celebran la fiesta de los pueblos, las cosechas son abundantes.
El agua del manantial corre fresca, baja desde el alto de las montañas, donde las copiosas lluvias de Octubre llenan los estaños.
El ambiente en general muestra su melancolía por los meses de veranos, donde el florecer y la abundancia de cosecha daban alegría, cuando el trigo pintaba de amarillo los campos, cuando se almacenaba el grano y la paja llenaban los graneros, ahora se recogen los últimos frutos y se añejan los vinos.
Se recuerdan los hechos, de pasión en que mi sentir se volcaba sobre el tuyo, pero ahora a la puerta del invierno, se mezclan nuevas sensaciones, ya no es tan fácil soltar riendas, se reprimen los primeros impulsos, se reprimen sentimientos que antes eran causa de desborde, se condicionan en actos reflejos en que la experiencia, hacen recuerdos del ayer de otros acontecer que la memoria revive y trae de nuevo a la vida. Sucesos del pasado retraen aun hombre que ya ha existido.
El cuerpo pide abrigo, los primeros vientos fríos, se hacen sentir sobre las plantas de aceitunas, sus hojas verdes, sus frutos negros, rojos, verdes, contrastan con los demás arboles que sus hojas han envejecido, otros ya desnudos se enfrentan al invierno, en la lejanía las cumbres de las montañas están cubiertas de blanco.
El hombre maduro interpreta el augurio, arrecia el trabajo, se esmera en la faena, debe acopiar el grano para los tiempos que vendrán.
Mientras los niños juegan entre los montones de hierba a secar, acumulados en el granero, dan saltos mortales en desenfrenada fantasía en que juegan creyéndose seres alados, ajenos al cambio de estación.
Es la tierra, son los elementos, la naturaleza, las tradiciones, las estaciones que me retraen cerca del fuego a componer sobre el pergamino de la vida, historias de ausencias.
Mientras, la tinta diseña imágenes sustraídas de mis pensamientos, entre las llamas aparece tú imagen, las sombras toman formas y mi soledad se anima con sentires distantes de tú amor correspondido.
Las chispas que saltan de la chimenea, iluminan el ambiente en pequeños estallidos, proyectando luz en las paredes de piedra, sobre el pergamino donde insisto en recrear una historia sin confines, la luz de la vela dibuja extrañas formas como en juego de abalorios, la ventana es continuamente golpeada por el ventanal, insistiendo en avisarme la entrada del invierno, me vuelvo ajeno a los tiempos que corren.
Luego desde lo profundo del bosque, desde el espesor de la oscuridad de la foresta se oye el aullido del lobo, que me retrae al sentir de la herencia atávica, me acuerdo de la soledad.
¡El lobo estepario! El tiempo de la erudición.
Mi voz interior, me recuerda que el invierno baja apresuradamente desde la montaña y aún el pergamino esta inconcluso, falta tú sentir para sellar mi prosa.
La soledad impasible, arroja cántaros a la fuente, que poco a poco, esta helándose.
El reloj del campanario suena en replique; es la hora novena, el sonido de las campanas se expande en el ambiente, hacia la lejanía, entre las calles desiertas, entre las casas deshabitadas, en la oscuridad reinante, esparciéndose en el vacio del universo.
Sobre el pergamino, la prosa toma forma y tú esencia de mujer se vuelca entre las frases que compongo, hasta el punto, la coma me evoca a ti, a tú presencia, en la cuál siento el calor de tú piel que me resguardó de tantos inviernos.
Evocando momentos únicos, en que leías prosas evotiva al lumbre de la vela, donde tú voz; me trasmitía lo que la escritura había resguardado por siglos.
Luego Salí, como cuando el tiempo no tiene espacio, entre la oscuridad, desafié la intemperie hasta llegar bajo tú ventana, desde donde una luz irradiaba todo aquello que había anhelado en formas de olvido, mientras aun leías las prosas en que en nuestra primavera compuse, cuando la tierra se preparaba para la estación de los amores, cuando los castaños estaban frondosos de hojas verdes.
Logre mirarte a los ojos, para lograr tú amor a las puertas del invierno.
Logre que tú voz, evocara momentos únicos de destellos mágicos para inmortalizar los tiempos de amor en la primavera de nuestras vidas.

ENTRE Tú VIDA Y LA MIA.
ENTRE UN PASADO Y UN PRESENTE.
ENTRE LO VIVIVDO LO QUE SE PROYECTA POR VIVIR.

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